Diseño de
un ambiente de aprendizaje.
Problemática: Carencia
de autoestima en personas de la tercera edad.
🎯 Objetivo del
ambiente de aprendizaje.
Mi
objetivo es crear un espacio agradable y respetuoso donde las personas adultas
mayores se sientan queridas, útiles y valoradas. Quiero ayudarles a recuperar
su autoestima a través de actividades donde puedan compartir lo que saben,
expresarse con libertad, convivir con otros y sentirse importantes otra vez.
Introducción.
Para
mí, un ambiente de aprendizaje no es solo un lugar donde se enseñan cosas, sino
un espacio donde las personas pueden sentirse bienvenidas, escuchadas y
valoradas. Es un entorno que se crea con respeto, con cariño y con la intención
de que quienes estén ahí se sientan parte de algo importante. En este tipo de
espacios no solo se aprende con la mente, también se aprende con el corazón, a
través de las experiencias y del contacto con los demás.
Al
leer el caso sobre el centro de atención para personas de la tercera edad, me
di cuenta de lo necesario que es crear un ambiente de aprendizaje especialmente
pensado para ellas. Muchas veces, a las personas mayores se les hace sentir que
ya no tienen un papel en la familia o en la sociedad, que ya no son útiles, y
eso les afecta profundamente en su autoestima. Yo creo que todas las personas,
sin importar su edad, merecen sentirse queridas, respetadas y con un propósito.
Por
eso, en este trabajo quiero proponer un espacio que no solo sirva para realizar
actividades, sino que también ayude a fortalecer la autoestima de los adultos
mayores. Un espacio donde puedan compartir sus historias, descubrir nuevas
formas de expresarse, convivir con otros y, sobre todo, lo más importante
sentirse valiosos. Considero que trabajar la autoestima en ellos es una manera
de devolverles un poco de todo lo que han dado a lo largo de su vida. Crear
este ambiente no solo es importante para su bienestar, sino también para
reconocer la gran riqueza que representan sus vivencias y su sabiduría.
Descripción
del espacio apto.
En mi
opinión, para que las personas mayores se sientan realmente cómodas y motivadas
a participar, el espacio donde se trabaje con ellas debe ser agradable, seguro
y pensado desde sus necesidades. No es necesario que sea un lugar muy grande o
costoso, pero sí debe ser cálido, funcional y accesible.
Imaginando
ese espacio, me gustaría que tuviera buena iluminación natural, sillas con
respaldo y cojines, mesas amplias y áreas donde puedan moverse con facilidad.
Es importante cuidar cada detalle: que los colores sean suaves (como verde
claro o azul), que haya plantas naturales para dar vida, y que en las paredes
se encuentren frases positivas o imágenes motivadoras que les recuerden lo
valiosos que son.
También
creo que los materiales deben estar adaptados a ellos. Usaría carteles con
letras grandes, revistas con imágenes claras, hojas para colorear, música de su
época, juegos sencillos para la memoria y videos con mensajes que los animen.
Además, considero muy importante incluir materiales que les permitan
expresarse: lápices de colores, plastilina, papel para escribir, y también
incluir dinámicas en las que puedan conversar o contar sus vivencias.
Para
hablar del tema de la autoestima, yo organizaría actividades que les permitan
recordar momentos bonitos de su vida, hablar de sus logros, contar sus
historias o enseñar algo que saben hacer bien. Por ejemplo, una actividad
podría ser un “taller de recuerdos”, donde cada uno comparta una historia
significativa. O un “taller de talentos”, donde puedan enseñar a los demás una
habilidad, como tejer, cocinar algo o contar anécdotas.
Para
informarme y preparar estas actividades, buscaría en libros de psicología del
envejecimiento, artículos académicos confiables, páginas de instituciones como
la Organización Mundial de la Salud, y también en espacios donde se hablen de
estrategias para mejorar la autoestima. Pero sobre todo, prestaría mucha
atención a lo que los propios adultos mayores expresen, porque ellos son
quienes mejor conocen sus sentimientos y necesidades.
Mi
responsabilidad como facilitadora sería organizar las actividades, cuidar que
todos se sientan incluidos, motivar a quienes estén más callados y estar
siempre pendiente de sus emociones. También me comprometería a escucharlos con
respeto, a ser paciente y flexible. Por otro lado, ellos tendrían la
responsabilidad de participar con libertad, de compartir lo que deseen, de
apoyarse mutuamente y de disfrutar cada encuentro sin sentirse obligados.
Cómo
se dará el aprendizaje y en qué teoría me baso.
Desde
mi punto de vista, el aprendizaje va mucho más allá de repetir conceptos o
llenar hojas de ejercicios. Aprender también significa emocionarse,
reflexionar, compartir y descubrir algo nuevo de uno mismo o de los demás. En
este caso, lo que buscamos no es que los adultos mayores memoricen cosas, sino
que vivan momentos que les ayuden a reconocerse como personas valiosas y
capaces.
Para
lograr esto, me baso en la teoría constructivista, que plantea que cada
persona construye su propio aprendizaje a partir de sus experiencias, de lo que
ya sabe y siente. Según esta teoría, no hay una única manera de aprender, y el
papel del educador no es solo transmitir información, sino acompañar, guiar y
ofrecer herramientas para que cada quien aprenda a su ritmo y desde su propia
historia.
Esta
forma de entender el aprendizaje me parece muy adecuada para trabajar con
personas mayores, porque respeta sus tiempos, valora lo que ya han vivido y
reconoce que cada uno tiene algo importante que aportar. Por ejemplo, en lugar
de dar una clase sobre autoestima, prefiero proponer una actividad donde ellos
mismos hablen de lo que los hace sentirse bien o importantes. A partir de ahí,
se genera una conversación que enriquece a todo el grupo y donde todos se
sienten parte.
Las
actividades que propongo están pensadas para que el aprendizaje ocurra de forma
natural, a través de la convivencia, la escucha, la expresión creativa y el
reconocimiento mutuo. Creo que cuando un ambiente es respetuoso, cálido y
participativo, el aprendizaje surge casi sin darnos cuenta, como parte de la
vida misma.
Conclusión.
Al
hacer este trabajo me he dado cuenta de lo importante que es diseñar ambientes
de aprendizaje pensados con el corazón. He comprendido que aprender no es
exclusivo de los niños o de los jóvenes, sino que es un derecho y una necesidad
de todas las personas, sin importar la edad. Los adultos mayores tienen una
gran sabiduría, una historia rica en vivencias, y muchas ganas de seguir
compartiendo. Solo necesitan espacios donde se les escuche, se les valore y se
les permita seguir creciendo.
Este
curso me ha enseñado a ver la educación de una manera más humana e inclusiva.
Me ha mostrado que como futura educadora, no solo debo enseñar contenidos, sino
también crear ambientes donde las personas puedan sanar, reconectarse con ellas
mismas y recuperar la alegría de vivir. Además, veo cómo este enfoque se
relaciona con otras materias que he estudiado, como psicología, pedagogía,
comunicación y desarrollo humano, ya que todas apuntan a entender mejor a las
personas y acompañarlas con respeto.
Me
siento agradecida por haber tenido la oportunidad de reflexionar sobre estos
temas, y con muchas ganas de poner en práctica lo aprendido. Porque si logramos
que un adulto mayor se sienta nuevamente valioso, querido y con un propósito,
entonces estamos cumpliendo una de las misiones más importantes de la
educación: hacer del aprendizaje una experiencia verdaderamente
significativa y humana.
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